Se nos fue un auténtico juglar
Ya no veremos más la mirada noble, y en apariencia cansada, de Ivan Jiménez Hurtado. Hacía varios años que su salud no andaba bien y la muerte se le acercaba más y más en ese pasillo finito que es la vida, lo que en el caso de Iván es como decir el teatro para niños, los títeres y el Guiñol de Santa Clara.
Los que no conocían de cerca a Iván Jiménez podrían confundir su voz baja, su caminar pausado y silencioso y su levedad física con su verdadera personalidad. Visto así el dibujo de este titiritero estaría incompleto porque faltarían sus mejores trazos, aquellos que estamparon un carácter recio, riguroso y perseverante con el que moldeó y forjó una trayectoria exquisita entre los que en Cuba le han dedicado su existencia a eso que llamamos teatro para niños.
Así me pasó con este hombre sencillo en apariencia pero denso en el intercambio. Y es que con una media sonrisita y pocas palabras te decía cosas profundas, casi incontestables y te develaba con una eficacia despampanante resortes y recovecos que hacían de una puesta en escena una obra de arte para el público más difícil, duradero y agradecido: los niños.
A inicios de 1963 llegó al Grupo Teatro Guiñol de Santa Clara y seis años después ya era el director general de un colectivo donde asomaban sobre el escenario y tras el retablo artistas que son referentes en el arte de crear para esos locos bajitos que descubren en el teatro muchas respuestas a su curiosidad.
Durante esos casi cincuenta años Ivan diseñó, armó y manipuló cientos de títeres, escribió y dirigió múltiples y exitosas obras, formó a muchos jóvenes que llegaron a su grupo para crecer como artistas y también, porqué no, recibió diversos y valiosos premios y reconocimientos.
Baste decir que ostentaba la “Placa Avellaneda” por su aporte al teatro cubano, la distinción Zarapico, la Distinción por la Cultura Nacional y además miembro de la Unión Internacional de la Marioneta, UNIMA.
Todo eso es verdad pero estimo que la obra mayor de este hombre fue consolidar y hacer la familia en que se constituyó el Grupo Teatro Guiñol de Santa Clara.
Y precisamente ahí es donde vivirá por mucho tiempo, ojalá por siempre, Iván Jiménez Hurtado porque lo que es descansar en paz, como se dice, nunca podrá quien gozará y aprenderá con cada niño cubano que encuentre en el teatro motivo para reír y asunto en el que pensar.
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