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LA TECLA SIN TEQUE

Caturla, también un gran jurista

   

Este año en Cuba se celebra el centenario de Alejandro García Caturla, nacido el 7 de marzo de 1906 en la ciudad de San Juan de los Remedios y quien está considerado un innovador musical en su país y América al incorporar elementos rítmicos y temáticos de origen africano a la música sinfónica cubana.

 

Se estima que por ese “atrevimiento” artístico y por la riqueza armónica de sus obras, Caturla  no fue bien comprendido musicalmente en su país entre los años 1924 y 1940 cuando produjo la gran mayoría de sus obras incluso en la actualidad las piezas del genial compositor son poco interpretadas pues los directores las consideran un  tanto difíciles de ejecutar.

 

Sin embargo obras de Caturla eran tocadas en su época en París, Nueva York y Barcelona y sus contactos con prestigiosos compositores sinfónicos de aquel entonces lo hacían un artista conocido y respetado fuera de su país.

 

También se conoce que Alejandro García Caturla era una persona liberal en sus concepciones personales. El juez Caturla estuvo casado con Manuela Rodríguez ,  una mujer negra con quien tuvo siete hijos y al morir esta, se unió a Catalina, negra también y hermana de la primera esposa y  quien le dio otros tres hijos antes de la muerte de Caturla en 1940.

 

Era un trasgresor de conductas moralinas muy acordes con las normas  sociales de la Cuba de entonces sobre todo en los sectores pudientes que no veían con buenos ojos a aquel juez tan adicto al color oscuro de la piel de las mujeres  pero a la vez recto en su conducta profesional y además buen músico. En otras palabras, lo toleraban por su prestigio pero no les caía bien.

 

Cuando Caturla es asesinado en noviembre de 1940 tanto la voz popular como los titulares de la prensa decían:”Mataron al juez Alejandro García Caturla” y muy pocos se referían al genial músico que fue para gloria de su Remedios natal, de Cuba y de América.

 

El se había graduado de Derecho, en 1927 en la Universidad de la Habana, en parte influido por el deseo de su padre y familia los que tenían una buena posición económica en San Juan de los Remedios. Sucedió que después Caturla amó la judicatura tanto como la música y en ambos senderos dejó una huella prestigiosa.

 

A la vez que llevaba una intensa vida musical como organizador y animador de orquestas, Caturla ejerció de juez en varios municipios de la región central de Cuba.

Además de su ciudad natal fue juez en Ranchuelo, Quemado de Guines, Caibarién y Placetas, todos en la región central de Cuba y  en Palma Soriano en la zona oriental de la principal isla del archipiélago.

 

En 1936, varios periódicos cubanos reseñaban el atentado a tiros que había sufrido en Palma Soriano el juez del lugar que en ese momento procesaba al jefe de la policía por ser el principal banquero de los juegos prohibidos por la ley. El juez agredido era Alejandro García Caturla y salió ileso de aquel suceso.

 

Años antes había atendido y resuelto un caso contra TRINIDAD y HERMANOS que eran unos ricos industriales dueños de una cadena de fábricas de cigarros en Cuba. En Ranchuelo el juez Caturla dio curso y falló a favor de una reclamación de los trabajadores de la planta de allí contra los poderosos propietarios.

 

Por su prestigio y rectitud en la aplicación de las leyes con frecuencia Caturla era designado para resolver litigios en los que estuvieran implicados otros jueces y era llamado por los reclusos de la cárcel de Santa Clara, capital de la entonces provincia de Las Villas, como JUEZ JUSTICIERO a quien le enviaban quejas de los malos tratos recibidos y a quien confiaban la justa solución de sus apelaciones.

 

Pero Caturla fue también un profundo estudioso de la legislación cubana de entonces la que aplicó con rectitud pero a la vez le propuso varias e interesantes modificaciones. Así fue en los casos de las leyes electorales cubanas y las del propio Poder Judicial además firmó la Constitución de 1940 considerada muy avanzada para aquella época en una nación que había dejado de ser colonia solo 38 años antes.

 

Quizá el aporte más interesante y perspectivo del pensamiento jurídico caturliano  fue el relativo a la actuación con los menores de 12 años que hubieran delinquido a los que proponía reformar con medidas tutelares fuera de reformatorios y cárceles las que debían conducir a su reinserción social.

 

Tal proceder honesto y profundo durante unos quince años  le granjeó  una enorme autoridad moral en la judicatura cubana de entonces pero también  la  aversión de algunos sectores pudientes de aquella sociedad que sabían de su incorruptible proceder.

 

En varias ocasiones se dirigió por escrito a  las autoridades solicitando protección para su vida pues había sido amenazado reiteradamente incluso portaba un arma de fuego para su defensa personal la que se conserva en la Casa Museo Caturla que existe en San Juan de los Remedios.

Lo cierto es que mantenía su numerosa familia con el salario de juez porque en la Cuba de entonces  el talento musical de Caturla poco le interesaba al gobierno ni a otras instituciones.

 

Sin embargo, y por esas ironías de la vida, fue su actuación jurídica quien lo llevó a la muerte el 12 de noviembre de 1940. Ese día un custodio de la cárcel de Remedios que estaba acusado por maltratos físicos reiterados a una concubina que tenía y cuyo caso estaba en manos de Caturla, le disparó a boca de jarro y en plena calle dos disparos con un revolver 38 ocasionándole la muerte rápidamente.

 

Hubo rumores en el pueblo y hay investigadores que los apoyan de que el asesino fue instigado por mentes ocultas y poderosas, quizá las mismas a quienes Caturla no agradaba, a que actuara violentamente contra el prestigioso juez de Remedios.

Nunca se sabrá con certeza si fue así pero hay motivos para pensar que ese pudo ser  el móvil de aquella muerte violenta y absurda que privó a la judicatura cubana de un honesto y brillante profesional y a la música de un genial e incomprendido cultor.

 

Cuando se entra al despacho de Alejandro García Caturla en la Casa Museo de Remedios observa junto a los estantes repletos de libros de Derecho y miles de documentos jurídicos elaborados por él, un atril con varias partituras en pentagramas de la propia letra de Caturla. Allí atendía los asuntos jurídicos y también daba alas a la creación musical.

 

Son muestras de la rara simbiosis que habitaba en el intelecto del hijo más querido y admirado de San Juan de los Remedios. Por un lado la irreverencia conceptual, inagotable creatividad y rico temperamento musical que poseía; por el otro la constancia, la fidelidad y la rigurosa disciplina del juez que fue Caturla.

 

La tragedia que para la judicatura y el arte cubano significó la muerte por asesinato de Alejandro García Caturla llevó al gran poeta cubano Nicolás Guillén a titular su reseña del trágico suceso como EL CRIMEN DE TODOS, porque solo en el entramado injusto y esclerótico de una sociedad que no atiende, cuida y promueve a todos sus hijos, menos aun a los talentos que en ella surgen, pueden existir las circunstancias que propiciaron un hecho como aquel.

 

A Caturla no solo lo mató la mano homicida del custodio, resentido y alevoso, de la cárcel de Remedios, también la indiferencia culpable de la sociedad en que le tocó vivir y desarrollar su genialidad musical y su dignidad jurídica tal y como lo expresan unas palabras escritas a propósito del nefasto hecho: DEBIO HACERSE JURISTA PARA VIVIR Y YA VEMOS QUE LO LOGRO PARA MORIR, PARA DESAPARECER VIOLENTAMENTE, ABSURDAMENTE, CUANDO ABRIA LAS ALAS A LA TAREA QUE LO CONDUCIRIA A ESTADIOS UNIVERSALES.

 

 

 

 

 

 

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