El Che siempre en Santa Clara.

Desde hace 17 años el mes de octubre es de un mayor ajetreo en el Complejo Escultórico Comandante Ernesto Guevara, ubicado en la ciudad de Santa Clara, capital de la provincia cubana de Villa Clara.

Sucede que en 1997 aparecieran en Bolivia los restos del Che Guevara y posteriormente fueran depositados en Santa Clara, ciudad que ha visto incrementarse notablemente la afluencia de turistas interesados por la figura del legendario guerrillero.

El ocho de octubre de 1967 el Che cayó herido en manos del ejército boliviano durante un combate en la Quebrado del Yuro, en la selva de Bolivia y un día después fue asesinado por sus captores en el poblado de La Higuera.

En octubre de 1997 los restos del Che Guevara y varios de sus compañeros de la guerrilla boliviana fueron  depositados en un sitio memorial del Complejo Escultórico construido en su honor en la ciudad de Santa Clara y desde esa fecha el sitio es uno de los más recorridos de Cuba con más de tres millones de visitantes de decenas de países de todos los continentes.

Unas 900 personas visitan como promedio diario el sitio que está integrado, además del ya citado memorial, por una plaza pública con capacidad para unas 150 mil personas, el museo dedicado al Che Guevara y el Mausoleo del Frente de Las Villas donde reposan los restos de los combatientes que integraron esa fuerza de combate en los finales de 1958 en la lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista.

El Complejo es además una institución cultural de alta connotación social pues promueva visitas dirigidas y especializadas a sus instalaciones donde el público recibe información de gran valor y rigor histórico, además promueve concursos artísticos y realiza peñas culturales de diverso signo siempre en una relación sistemática con la comunidad en que está enclavada.

La mayor parte de los visitantes extranjeros provienen de países europeos quienes vienen al lugar atraídos por las cualidades del Che Guevara como un hombre que al decir del gran escritor uruguayo Eduardo Galeano “no tenía una sola contradicción entre lo que pensaba, decía y hacía”.